Why did I want to read it?

Porque soy un poco guarra.

What did I get out of it?

Es una pena porque creo que tiene contenido interesante, tiene bastantes referencias a 100cia, pero está muy mal hilado: no tiene capítulos ni secciones, va de un lado a otro un poco como le parece…

La tesis:

Lo que nos empuja a buscar sexo es algo mucho más complejo que un simple motor endógeno, y tiende a responder más a procesos sociales que a otros de carácter biológico innato. (p. 10)

Buenísimo, en este mes del Orgullo LGTB, el “Orgullo Hetero”:

una de las líneas clave de los sociólogos estadounidenses de los años sesenta y setenta fue tratar de mostrar que las heterosexualidades tenían tanto de producto del condicionamiento cultural como cualquier otra forma de orientación sexual. Margaret Mead ya había sostenido en la década de 1940 que la heterosexualidad era una construcción cultural, y, más tarde, la artista y activista sexual Betty Dodson había llegado incluso a proponer un desfile del «Orgullo Hetero», no para condonar las ideologías heterosexistas contra las que tan decididamente luchó ella misma, sino para dar a entender que la heterosexualidad necesitaba urgentemente una explicación propia y una deconstrucción de sus prácticas visibles. (p. 102)

Lo que nos pasa siempre a las minorías. Y qué hay de lo mío:

«Basar nuestra identidad en la sexualidad es como construir una casa sobre cimientos de pudin», escribió el activista de género y divulgador D. Travers Scott, pero muchos consideraban que la consolidación de las identidades era un paso previo necesario para la conquista de cambios políticos. La capacidad de influencia y de avance pasaba por afirmar un «nosotros» y no solo un «yo»; ya habría tiempo después para hallar un modo de paliar los efectos secundarios de tal simplificación. (p. 103)

Clellan Ford y Frank Beach:

llegaron a la conclusión de que, si bien no se podía demostrar la existencia de un instinto sexual orientado al sexo penetrativo, lo que sí se podía dar por seguro era el vínculo entre la excitación sexual y la provocación de dolor. Es un nexo que parece más elemental incluso que el que trata de conectar el sexo con la reproducción. (p. 25)

Slasher típico:

Estas fuerzas culturales son tan potentes que, incluso hoy en día, cuando los jóvenes ven a una pareja que se dispone a tener sexo en una película de terror, entienden enseguida que están asistiendo al preludio de la muerte de aquellos dos pobres incautos. (p. 31)

En su revolucionario y aún no superado estudio de 1973 sobre la sexualidad, John Gagnon y William Simon sostenían que estos aspectos de la interacción entre padres e hijos no actúan tanto penalizando la sexualidad como creándola realmente. No es que los padres y la sociedad estén frenando un impulso sexual original, sino que la sexualidad en sí es ese espacio desigual y contradictorio en el que sentimos un juicio o valoración negativo unido tanto a un exceso de significado como a una falta de este (un significado, por otra parte, creado y condicionado mayormente por esa sensación de juicio o valoración moral). No se trata tanto de que una actividad corporal tenga un sentido sexual, como de que no hay significado alguno más allá del creado por la sensación de juicio moral. (p. 40)

A lo 📖 El hombre en busca de sentido:

Una superviviente de Auschwitz me contó que lo que más la había impresionado al llegar al campo de concentración no fueron las horrorosas condiciones de vida y la amenaza de una muerte inminente, sino cómo las mujeres se masturbaban casi sin disimulo alguno durante los descansos. (p. 42)

Dios… Freud:

… el pensamiento psicoanalítico ha estado habitualmente bastante dividido en este punto. La visión tradicional era que el inconsciente está formado por deseos muy concretos -el de poseer a la madre, el de ocupar el lugar del padre, el de serlo todo para la madre, el de ganarse el amor del padre, etcétera, y como la mayoría de ellos están prohibidos por el tabú del incesto, terminan encarnando el deseo en sí. Pero algunos trabajos posteriores le dieron completamente la vuelta a esa idea: en el contenido del inconsciente no hay deseos, sino abandono y privación por cómo nos han fallado nuestros padres y cuidadores, cómo no estuvieron ahí cuando los necesitábamos… Esto deja un vacío en nuestras psiques que luego tratamos de llenar con aquellos deseos específicos en los que se había centrado la primera generación de psicoanalistas. El deseo es, pues, una defensa en sí mismo, una salida que nos proporciona una dirección hacia la que orientarnos y nos sirve de barrera protectora para no caer en el abismo de la ausencia y la negligencia parentales. Y de ahí que esto explique por qué la salida de una depresión equivale a menudo al surgimiento de un deseo, sea este amoroso o profesional. Y quizá también por qué lo que parece ser la satisfacción del deseo en el sexo puede dejarnos un sentimiento de vacío y de frustración justo después: porque solo es un parche que tapa temporalmente una ausencia más profunda y más fundamental. (p. 52)

Incluso cuando las niñas y los niños pequeños improvisan juegos sexuales entre ellos, lo primero que hacen es repartirse roles sociales -«tú serás el médico y yo la paciente»- (…) estos guiones son estrategias para gestionar la culpa. (p. 55)

Hombreeeee… ✍️ Sin machirulos hay paraiso. Una charla heterofriendly sobre management:

…la masculinidad defensiva. (…) Según este modelo, el deseo heterosexual masculino tiene más que ver con mantener las distancias adecuadas con otros hombres que con un interés real en la mujer, aunque, por supuesto, esto puede ir cambiando con el tiempo. (p. 89)

Other sex trivia

El consumo mundial de pornografía por internet se dispara en el tramo final de las noches de domingo y se mantiene en niveles elevados durante todo el lunes, que es el día en que ta mayoría de las personas vuelve al trabajo y, cabe suponer, se tiene que enfrentar a problemas y presiones de los que había estado a cubierto durante el fin de semana. (p. 9)

Ay, quién viviera en el S.XIX:

El sudor axilar, por ejemplo, está hoy considerado en muchos casos como una especie de sustancia ofensiva que hay que tapar o su-primir, cuando, a finales del siglo XIX, alguien podía pasarse los dedos (o un pañuelo) por esa zona y ofrecerlos a modo de gesto romántico. (p. 33)

Durante el siglo XVII, por ejemplo, era habitual que las personas que estaban haciendo el amor aplaudieran en momentos de intenso placer (p. 56)

La circuncisión tiene una segunda función, que es la de regular los celos sexuales en la familia. Un padre explicaba una vez que, en el momento en que circuncidaron a su hijo, entendió por fin cuál era la esencia de aquel extraño ritual: significaba que él nunca tendría que sentirse amenazado ya por su hijo. (p. 110)

Guapihimo el eufemismo:

Se dice incluso que jefes de Estado como Félix Faure o F. D. Roosevelt fallecieron mientras les hacían una mamada (o, según el eufemismo que se solía utilizar, mientras estaban «sentados para un retrato»). (p. 114)

Ni siquiera conocía el término irrumación (i.e. “follarle la boca” a alguien):

la irrumación es una palabra derivada del latín irrumare, dar a mamar, que es lo que hace una madre cuando expone su pezón a su bebé lactante. (p. 114)

Jajajajaj. Ostras, estaba ahí bien claro pero nunca lo ví así:

la idea misma de «victoria» está ligada en muchas sociedades a las exhibiciones eyaculatorias. Pensemos en lo que ocurre tras una carrera de Fórmula Uno. (p. 117)