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“Si eres un joven blanco, relativamente acomodado y permanentemente gruñón sin ningún problema real, [Holden] es extraordinariamente identificable. El problema surge cuando no lo eres. ¿Dónde está ‘El guardián entre el centeno’ para que el resto pueda sentir lástima por sí mismo?” (View Highlight)

📖 El guardián entre el centeno y 📺 The Sopranos

La famosa cuestión de los patos de Central Park (“De pronto me acordé del lago de Central Park, si estaría ya helado y, si lo estaba, adonde habrían ido los patos”) es un bonito MacGuffin que nos acompaña hasta el final del libro y que, por cierto, inspiraría mucho después la premisa de Los Soprano. “Me siento deprimido desde que se fueron los patos [de mi piscina]”, responde Tony a su terapeuta. Sobre esta neurosis doméstica se construye la serie de David Chase. (View Highlight)

Y en 📖 El guardián entre el centeno:

Luego, de pronto, pensé en una cosa-. Oiga -dije-. ¿Esos patos del lago que hay cerca de Central Park South? ¿Ese lago pequeño? ¿Sabe por casualidad adónde van, los patos, cuando el agua se hiela? ¿Tiene por casualidad alguna idea? (p. 87)

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nos coloca en un lugar novedoso en 1951: a escasos centímetros del palpitante, aterrado ego en construcción de un joven para el que el problema no es el dinero (Dickens) sino cómo gastarlo; no son los amores o desamores (Bronte, Austen, Flaubert) sino los demás, así en general. (View Highlight)

Ufff, como mucha gente pero ya con pelicos en los huevos.

Caulfield, ante todo, no sabe quién es, no sabe dónde está y no sabe lo que quiere. (View Highlight)

exhibe un estado constante de insatisfacción que en los años 50 podía entenderse como un achaque generacional pero que en los tiempos del like es una música que nos suena familiar. Una que, ni mucho menos, aqueja sólo a los teenagers. (View Highlight)

Salinger, héroe de guerra (en curiosa coincidencia con otro odiado librito bestseller, ‘El Principito’, del aviador Saint-Exupéry), reconoció ya en 1940 que su novela en proceso era “autobiográfica”. (View Highlight)

Bojack Horseman

una cierta genealogía de misantropía y humor de autodesprecio que observamos luego en Woody Allen, ‘Ghost World’, ‘La conjura de los necios’ o ‘BoJack Horseman’. (View Highlight)

Holden Caulfield llamando por teléfono a cualquier hora de la noche sólo porque tiene un ataque de soledad es una imagen a la que sólo le falta el smartphone (View Highlight)

Mark David Chapman, el asesino de John Lenon. Es una historia muy conocida. Antes de cometer su asesinato, en 1980, compró un ejemplar de ‘El guardián entre el centeno’, escribió sobre él “esto es lo que quiero decir” (View Highlight)

este episodio extravagante ayuda a identificar más claramente una de las principales corrientes de fondo de la novela, el narcisismo, un narcisismo como pecado venial de juventud pero que también parece atraer como la miel a frustraciones más talludas. El caso Chapman, por exageración, ayuda a comprender la potencia y la afinidad de esta vanidad con una sociedad donde la visibilidad y la aprobación de los demás es la fuerza que bombea la sangre del negocio de algunas de las principales empresas tecnológicas cotizadas del mundo. (View Highlight)

Ostras, pues conozco unos cuantos todavía.

sostiene Czapnik que el mal humor del libro, su nihilismo, ya no se entiende demasiado bien (ya no atrae ni cae simpático) (View Highlight)