Why did I want to read it?

¿Cómo una persona que gana 5000$/semana en el peak de su carrera, sin grandes problemas, puede tener semejantes ganas de escapar de la vida como para chutarse sin control? Además, fue guionista de 📺 Twin Peaks (y de Alf!).

What did I get out of it?

Es extremadamente morboso porque describe con todo detalle todo el proceso de inyectarse y las miserias que llega a hacer. Si algo me llevo de este libro (aparte de un asco tremendo hacia las situaciones), es una apreciación de la vida… hay gente que vive un puto infierno ¿auto?generado.

Aún así, habrá que ver la pelí del 98 con Ben Stiller, Permanent Midnight.

Turns out, tiene una infancia/adolescencia algo traumática… y de ahí vienen esas ganas de escapar. Como dice la cita del prólogo: “Las personas normales no tienen nada que olvidar”.

Llevo colocándome desde que tenía catorce o quince años. La cosa empezó en serio tras el suicidio de mi perro. Sansón, un cachorrito retozón marrón y negro, al parecer se coló en el garaje en el que encontraron a mi padre desplomado detrás del volante de su fabuloso Oldsmobile nuevo con un partido en la radio y el motor en marcha. (p. 137)

Todo lo que me ha traído hasta este instante, aquí en el barro, no ha sido sino una preparación para reunirme con los muertos. Para ver a mi padre. Mi padre, a quien no me he dejado echar de menos. A quien nunca he llorado. (p. 434)

Y la señora que le cuidaba de pequeño:

A la señora N. le gustaba pegarse con celo una gominola en cada pezón. (p. 139)

O la madre poniéndole lavativas como castigo. (p. 147)

No está en lo que él considera el peak de su carrera. Ve sus guiones como telebasura (p. 24).

Este es el secretito de Hollywood. Esto no va de hacer películas (…) Esto va de fabricar frustraciones. (p. 81)

La dinámica de la escritura de guiones televisivos está diseñada para mantener la creatividad al mínimo. (p. 217)

A pesar de que nota que ser guionista en Hollywood era ser respetado (p. 90).

Eso es lo que hace que se tan horrible. La amabilidad incansable. Veréis, yo siempre creí que la creatividad tenía que doler. Que el talento era otra forma de tortura. En este sitio, no. Una sesión en torno a la mesa proverbial, el café servido por una hiperobsequiosa «asistente» rubia miel, y la revelación te aguijonea igual que una medusa: no tengo motivos para sentirme jodido. (p. 92)

Mención especial a una novia suya bulímica que, mientras vomita, se masturba (p. 62).

He hecho de todo, desde abrirme las venas hasta chutarme heroína, con tal de seguir siendo el niño bueno. Porque, ahora lo entiendo, a un nivel rastrero, ser yonqui no era más que eso. (p. 236)

Había cimentado mi vida sobre la premisa de que las normas eran una gilipollez, como gilipollas eran las personas que las cumplían. El problema era que no había descubierto nada con que sustituirlas, salvo mis propias gilipolleces. (p. 351)

Menudo peligro ser inteligente con la capacidad de autojustificarse:

Me llevó como medio minuto de razonamiento enrevesado convencerme de que ponerme hasta arriba era en realidad algo bueno para mi hija, de que, al final, lo estaba haciendo por ella. (p. 382)